domingo, 9 de agosto de 2015

Agosto en el Flysch, esperando a San Roke

Ya estamos inmersos en pleno mes de Agosto, en vísperas de las ansiadas fiestas de nuestra localidad, los Sanrokes, y el palpitar del verano parece sosegarse, es como si la vida se serenase y todo parece en suspenso ante la espera del Día Grande, día de San Roke. Mientrás tanto, en ese palpitar sosegado, los acordes de la vida en la Naturaleza parecen bajar de tono, como preludio del cambio. Observando a los animales me he cerciorado de que el Verano, en Agosto, en un suspiro, parece avanzar seguro hacia el Otoño. Muy pronto los vencejos que surcan nuestros cielos alegrando nuestras calles con sus silbidos insospechadamente, de repente, nos abandonaran para tomar rumbo a la sabana africana. Lo mismo ocurrirá más adelante con sus primas las golondrinas y los aviones, no sin antes deleitarnos con el mayor espectáculo en nuestros cielos. Pronto, comenzaran a venir desde el norte de Europa oleadas de pequeños pajarillos como mosquiteros, papamoscas o zarzeros, inundando nuestros rincones. Los zorros, tejones y comadrejas ya tienen a su prole lista para la aventura de la vida en solitario allá en nuestros bosques pétreos. Los murciélagos se refugian en sus guaridas para iniciar el celo. El estío de verano, apenas perceptible en nuestra Bardulia verde y abrupta, empuja a los Plátanos a comenzar a mudarse poco a poco para vestirse de Agosto, cayendo a la hierba, a lo arroyos sus hojas ocres. Y allí, donde reina el Cantábrico, en su rítmico baile con cada marea y bajo las sombra de los perfilados acantilados del Flysch, ante Sorginetxe, se extiende frondosa la Rasa mareal ataviada con los frondes multicolores de las algas rojas, verdes y pardas. Entre las rocas y pozas coloridas pastan las manadas de caracolillos y lapas, mientras los cangrejos y quisquillas buscan los restos de un naufrago malavenido. Esta es una época generosa de vida, infinidad de pececillos, tales como, “peces gato”, “cebra” u “ornitorrinco” invaden sus dominios para crecer a su cobijo y opulencia y, otras criaturas cefálidas, como “Olarru”, hacen saber quién es el Rey de este espacio fronterizo entre la Tierra seca y el Mar inmenso. Se camufla el Durdo, se atrinchera el Kabratxo y la Luna hace fluir las energías del Cosmos. Murmura el Mar la leyenda de “LAS TRES OLAS” que subyace bajo su pasado más épico de navegantes intrépidos, marinos que cazaban tristes Ballenas y corsarios que buscaban la gloria, y el tiempo discurre impasible acariciando nuestros Sueños. Y llega San Roke a enmudecerlo, es nuestro momento. Diego Mendoza

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